Aún no me cierra que haya muerto, no me cierra, no lo entiendo. Pero quien puede entender la muerte, NADIE, es lo que tal vez sea más triste aún, pues nos quedamos sin respuesta.
Solo atinamos a pensar cuando alguien muere tan joven, convertirlos en leyendas, la desaparición prematura nos obliga: Marylin, Dean, Heath Ledger y más recién Michael Jackson, son algunos de los nombres que me vienen a la mente y seguir sin entender.
Lee Alexander McQueen no escapa a este status, desde hace unos años se adueñó de un estilo irrepetible, un verdadero mago de puestas en escenas conceptuales únicas y magníficas. Recuerdo una colección en especial que me llamó mucho la atención en el 2005; ese fabuloso juego de ajedrez donde cada pieza se lucía por sí misma dando el jaque mate perfecto.
Una de las últimas colecciones ready to wear, otoño del 2009, mostraba una puesta sombía, tal vez como crítica a la contaminación en la que vivimos, de donde emergen mujeres muy estructuradas, cuasi muñecas de otras dimensiones que mostraban diseños con la complejidad misógina y la calidad poética, como solo Alexander, el grande, podría entregarnos; siluetas al mejor estilo new look en algunos casos, donde los niveles de un alto romanticismo chocaban con un maquillaje grotesco marcando un dark extremadamente elegante.
Este hijo de taxista sabía fusionar mejor que nadie moda, concepto y tecnología y sobre todo dar un espectáculo que quedaría en la memoria de todos, uno mejor que otro, siempre creciendo y desafiándose a sí mismo en el intento.
Maestro de la forma, el color y la textura, dueño de una coherencia en sus colecciones muy pocas veces vista en nuestro medio, artista del cuero, llevándolo a extremos que nadie se atrevería a imaginar. Eso es diseño: siempre cuestionamiento, siempre la pregunta ¿por qué no?
Y hablando de preguntas, sin dudas nos haremos muchas en relación a su muerte y presiento que no encontraremos nunca una respuesta que nos satisfaga.
Nos quedará entonces resignarnos a convertirlo, tal vez en contra de su voluntad y la nuestra, en Leyenda.

No hay comentarios:
Publicar un comentario